miércoles, 22 de junio de 2011

Situación crítica del régimen de Bashar El Asad

En el día de hoy, y si se quiere en continuidad con la temática, vamos a analizar lo que se ha denominado la “Primavera Árabe”, pero el caso específico de Siria.

Una breve descripción del contexto nos indica que hacia el 15 de Marzo comenzaron los primeros incidentes en Siria, concretamente en Deraa, una ciudad de 75 mil habitantes cercana a la frontera de Jordania. Allí varios adolescentes fueron encarcelados por pintar el lema de la revolución popular, “La gente quiere la caída del régimen”, en una de las paredes del colegio. Los pobladores protestaron pidiendo por su liberación, recibiendo como respuesta por parte de las fuerzas de seguridad disparos. Por lo que murieron y fueron heridas varias personas.

Las movilizaciones se comenzaron a extender a lo largo del país con la premisa de mayor libertad, fin a la corrupción, y el derrocamiento del presidente Bashar el Asad. Hasta el momento las consecuencias han sido 1300 víctimas entre hombres, mujeres y niños; y 10 mil detenidos o más, según datos de organizaciones humanitarias. El régimen ha respondido con tanques, artillería y francotiradores a movilizaciones pacíficas y personas desarmadas, según han confesado militares desertores.

La figura de Bashar el Asad suscita dudas. Según el diario español El País, no está del todo claro si ha llegado a asumir realmente el poder que heredó. Recordemos que llega a ser Presidente por la muerte de su hermano mayor Basil, en un accidente automovilístico. Y porque su hermano menor, Maher, fue descartado por su carácter violento e inestable. Justamente a este último es a quien se responsabiliza por la sangrienta represión que el régimen sirio está llevando a cabo desde el inicio de la revuelta. Ha logrado frenar la rebelión en Jisr al Shugur, localidad al noroeste del país, en la que por primera vez unidades del Ejército desertaron para luchar contra el régimen.

La  comunidad internacional ha condenado la represión del régimen sirio. Maher el Asad, encabeza la lista de 13 personalidades del régimen que la Unión Europea sancionó a principios de Mayo por su responsabilidad en la “violencia contra los manifestantes” en el país. Las sanciones les vetan la entrada en territorio comunitario y autorizan la confiscación de los bienes que tengan en Europa. El 23 de Mayo la Unión Europea incluyó al presidente sirio y a otras 10 personalidades de su régimen en la lista negra de sancionados por la sangrienta represión. Pero los Veintisiete siguen sin ponerse de acuerdo en pedir a Asad que abandone el poder, como ha hecho con el libio Muamar el Gadafi.

En marco del Consejo de Seguridad, Francia y Reino Unido han presentado un borrador de resolución de condena. Pero Rusia (con poder de veto), China, Sudáfrica, Brasil e India expresaron dudas sobre la resolución, por temor a que constituyera un primer paso hacia una intervención militar internacional similar a la de Libia.

EEUU ha impuesto sanciones contra el régimen, a través del Departamento del Tesoro. Este ha bloqueado las cuentas o propiedades en EEUU de seis personas incluidas en una lista de sancionados – en la cual se incluye a El Asad- y se prohíbe a ciudadanos estadounidenses realizar transacciones económicas con ellos.

Es llamativo el vacío informativo. La única información procedente del país es la que ofrece el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos y las ONG's que trabajan en la zona. Las redes sociales han jugado un rol importante en las revoluciones árabes, hasta tal punto que muchos medios se han hecho eco de los acontecimientos y las revueltas por medio de imágenes y testimonios tomados a través de YouTube, Twitter y Facebook.

La pregunta que los analistas se realizan es: ¿Por qué la comunidad internacional no interviene en Siria como lo hizo en Libia?

En primer lugar, la intervención en Libia se está prolongando demasiado –como ya mencionamos hace una semana atrás-  y los países implicados no pueden comprometerse en otra operación de rescate hasta cerrar ese frente. Además, Estados Unidos en la actualidad se encuentra complicado por el repliegue en Irak y la continuidad de los combates en Afganistán.

Por otra parte, Siria aún cuenta con apoyo en la escena internacional. Si bien es un país opuesto al imperialismo estadounidense y defensor de los palestinos frente a Israel –recordemos que desde el 2002 forma parte del Eje del Mal con Irak, Corea del Norte e Irán- tanto Rusia como China son muy reacios a la caída del régimen.
Pero Javier Valenzuela, un periodista español, señala una realidad que ejemplifica el concepto de pragmatismo en la arena internacional. Ya que paradójicamente a Israel le conviene la Siria de los Asad, debido a que discursivamente se han manifestado en contra del Estado sionista, “(…) pero a la hora de la verdad no han cruzado un disparo con él en los últimos lustros”.

En tercer lugar, existe en Occidente el temor de que la caída del régimen de esta familia alauí provoque el caos, dada la complejidad étnica y religiosa del país, y ello en la vecindad de Israel, Turquía e Irak. La complejidad étnica viene dada por el hecho de que los Asad son alauíes, que es una facción perteneciente a los chiítas, los cuales representan al 13 % de la población. Por ello se explica el apoyo iraní a este Estado. El 74 % de la población es sunita, por lo tanto se generan tensiones.

El discurso que ha brindado ayer Bashar el Assad aspiraba a calmar los ánimos, pero consiguió lo contrario: sus palabras provocaron decenas de manifestaciones espontáneas. Proclamó que lucharía contra la corrupción endémica en Siria y acto seguido ha añadido, con una risa nerviosa: “Eso es más fácil decirlo que hacerlo”. La risa ha sonado extraña, viniendo del primo y amigo de  Rami Makhlouf, magnate sirio que personifica la corrupción en estado puro.

Y si bien ha anunciado un “diálogo nacional” en el que participarían cien personas para valorar posibles cambios que condujeran, tal vez, a unas elecciones pluralistas o a una prensa menos censurada, ha manifestado que: “No habrá reformas en medio del sabotaje y el caos”.

Su afirmación de que gran parte del problema es “psicológico”, con el problema de los refugiados en Turquía, y con al menos otros 10 mil, según el Gobierno de Ankara, esperando cruzar la frontera en los próximos días habla claramente de un dirigente desconectado de la realidad. Lamentablemente quienes seguirán pagando las consecuencias serán los civiles sirios quienes no observan una salida a corto plazo de este conflicto.

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