Texto publicado en www.geic.com.ar (GEIC, Grupo de Estudios Internacionales Contemporáneos), el año pasado.
Resúmen
A partir de 1945 se constituyó en Norteamérica la comunidad judía más grande, rica y política del mundo, ya que gran cantidad de refugiados judíos de naciones árabes se dirigieron allí. Existía cierto sentimiento de culpa en los americanos por las consecuencias de su inacción durante la Segunda Guerra Mundial en lo que respecta a los judíos. Esta es una de las causas que puede explicar el apoyo constante de EEUU a Israel.
El grupo de presión pro israelí comenzó a consolidarse en el país norteamericano, donde mediante diferentes mecanismos ha influenciado las decisiones del gobierno estadounidense. En este artículo se considera analizar la influencia del grupo de presión pro israelí en la política exterior de EEUU en lo que hace a la creación del Estado Palestino, durante los dos períodos presidenciables de George W. Bush, teniendo en cuenta los postulados de la Teoría Liberal de Política Internacional de Andrew Moravcsik. Así pues, se hará referencia a un actor doméstico frente a una problemática externa, esbozando brevemente la relación con la actual Administración de Barack Obama en términos generales.
“Influencia del grupo de presión pro israelí en la política exterior de EEUU respecto a la creación del Estado Palestino entre los años 2000 y 2008”
Introducción
El 14 de mayo de 1948 se constituyó el Estado de Israel en Medio Oriente, a partir de la partición de Palestina. Esto se considera un triunfo del sionismo, el cual hacia la década de 1950 se instituyó en EEUU a través de la American Israel Public Affairs Committee (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel, cuya sigla es AIPAC). A partir de allí su preponderancia fue creciendo hasta constituirse en uno de los grupos de presión más importantes del país norteamericano.
En los años 40´, la creación del Estado de Israel coincidió con el inicio de la guerra árabe israelí y la Guerra Fría. En este contexto, la relación entre los EEUU e Israel se intensificó, como lo menciona Pérez Llana en “El Regreso de la Historia”:
“(…) los EEUU y la Unión Soviética absorbieron en esta región Estados clientes dotados de mayor o menor autonomía respecto de Washington y Moscú. En líneas generales las monarquías se alinearon con Occidente y los regímenes nacionalistas árabes, autodefinidos socialistas, a pesar de su dimensión no – alineada, optaron por la URSS ya que su enemigo era Israel, el aliado americano” (Pérez Llana 1998: 315).
Por consiguiente, a partir de la caída del Muro de Berlín el 9 de Noviembre de 1989 - lo que derivó en la posterior eclosión de la URSS en 1991-, los regímenes que se denominaban panarabistas resultaron afectados, ya que eran apoyados por el gobierno soviético. Entre ellos se pueden enumerar Siria, Libia, Yemén del Sur, Irak y la OLP (Organización para la Liberación Palestina); por esta razón debieron redefinir su estrategia de inserción en el sistema internacional (Pérez Llana 1998: 316).
Luego de la Guerra del Golfo la OLP, quien había apoyado a Saddam Hussein durante el conflicto, perdió el apoyo de las petromonarquías. En consecuencia,
“(…) a mediados de 1991 estaban dadas las condiciones para instalar la cuestión del Oriente Medio en una nueva agenda que tenía los mismos protagonistas, sólo que las cartas se habían redistribuido en función de la recomposición de las relaciones de poder a escala global y regional” (Pérez Llana 1998: 317).
Los EEUU desarrollaron una política exterior marcadamente unilateral, puesto que era la única superpotencia. En vistas de ello el país norteamericano promovió hacia el año 1993 los Acuerdos de Oslo – cuyo antecedente había sido la Conferencia de Madrid en 1991-. El objetivo perseguido por el gobierno demócrata de aquellos tiempos era alcanzar la paz y seguridad en Medio Oriente. Este tendía a la utilización del soft power, la cooperación y las negociaciones multilaterales en marco de las organizaciones gubernamentales internacionales.
En esta Cumbre, Bill Clinton (Presidente de los EEUU), Isaac Rabin (Primer Ministro de Israel) y Yasser Arafat (reconocido como el líder de los palestinos a través de la OLP) llegaron a una serie de acuerdos. Los más importantes fueron el reconocimiento mutuo de Israel y Palestina, y la autonomía de Cisjordania y la Franja de Gaza para los palestinos. Sin embargo la situación no ha variado desde aquellos años, más allá de que existieron otras conferencias o procesos de negociación.
No obstante, a partir de la Conferencia de Annapolis en el año 2007 se trató de trazar nuevamente una Hoja de Ruta para la creación definitiva de un Estado Palestino. En esta Conferencia George W. Bush Hijo (Presidente de EEUU), Ehud Olmert (Primer Ministro de Israel) y Mahmud Abbas (representante de la Autoridad Palestina) se reunieron a tal fin. Se desarrolló en el marco de la política norteamericana pos 11 de Septiembre de lucha contra el terrorismo, por lo tanto los enemigos y el contexto habían variado como también el acercamiento en términos de hard power. La reunión contaba con los auspicios de China, Rusia, la ONU, la Unión Europea y la Liga Árabe. En un comunicado conjunto establecieron “(…) la necesidad de una solución basada en dos Estados, uno palestino y otro israelí, y la continuidad de un diálogo” (Brieger 2010: 130).
Entonces partiendo de la definición de grupo de presión y teniendo en consideración los antecedentes enumerados anteriormente para la creación del Estado Palestino, se considera analizar la influencia del grupo de presión pro israelí en la política exterior de EEUU en lo que hace a la creación del Estado Palestino, durante los dos períodos presidenciables de George W. Bush.
Grupo de presión pro israelí en los EEUU
Al analizar la influencia del grupo de presión pro israelí en la política exterior de EEUU respecto a la creación del Estado Palestino durante los dos períodos presidenciables de George W. Bush, se hace referencia a un actor doméstico frente a una problemática externa. Por lo tanto se considera pertinente tomar algunos postulados de la Teoría Liberal de Política Internacional de Andrew Moravcsik, en virtud de que permitirá arribar a una serie de respuestas al problema de investigación planteado.
Sin embargo, es adecuado en primer lugar considerar al grupo de presión pro israelí en si mismo. Por grupo de presión se entiende:
“La actividad del conjunto de individuos que unidos por motivaciones comunes tratan de influir, a través del uso o de la amenaza del uso de sanciones en las decisiones que toma el poder político, ya sea a fin de cambiar la distribución prevaleciente de bienes, servicios, cargas y oportunidades, ya sea a fin de conservarla ante las amenazas de intervención de otros grupos o del poder político mismo.” (Bobbio et al. 1982: 728).
Esta definición se aparta del concepto de lobbying y grupo de interés, ya que el primero hace referencia “(…) al proceso por medio del cual los representantes del grupo de interés, actuando como intermediarios ponen en conocimiento de los legisladores o los decision makers los deseos del grupo” (Bobbio et al. 1982: 728); mientras que el segundo no solo presenta los intereses de manera genérica sino que lo reduce a una cuestión económica, dejando de lado otros intereses no económicos. A su vez el grupo de presión israelí es una organización formal, que como su mismo concepto menciona, presiona para obtener beneficios.
De esta manera, recurre tanto a sanciones negativas (sanciones) como positivas (premios) para influir en las decisiones adoptadas. Ejemplo de la primera sería el caso de la “Operación Escudo Protector”, como menciona Ignacio García Valdecasas haciendo referencia a un encuentro con Mearsheimer, quien escribió conjuntamente con Stephen Walt, “The Israel Lobby and U.S. Foreing Policy”:
“Según me confesó Mearsheimer, uno de los motivos fundamentales por los que aceptaron este reto fue el recuerdo de la humillación pública infligida en 2002 por Sharon y el lobby israelí al presidente Bush. En efecto, en abril de 2002 las fuerzas de defensa israelíes (FDI) lanzaron en Cisjordania la operación militar “Escudo protector”. Bush pidió la retirada inmediata del ejército israelí. El lobby se puso de inmediato en movimiento presionando sucesivamente a Powell y al mismo Bush hasta que éste último cambió de rumbo y dejó de exigir la retirada israelí de Cisjordania. La Casa Blanca escenificó el cambio al declarar que “Sharon es un hombre de paz” (García – Valdecasas 2007).
Las sanciones positivas se plasman generalmente sobre el apoyo de la base electoral que posee el grupo de presión pro israelí en los EEUU, señalado por Bobbio como una de “las funciones que les permiten desempeñar una función importante en el proceso político de las sociedades” (Bobbio et al. 1982: 730). Ya que si bien los judíos representan solo el 1. 73% de la población norteamericana, estos tienen el apoyo de los denominados “cristianos evangélicos”. Siguiendo a García Valdecasas estos engloban un amplio espectro de iglesias protestantes: luteranos, metodistas, baptistas, adventistas, etc., constituyendo el 25% de la población de EEUU. “(…) El dato es más importante aún cuando se agrega que un tercio de ellos pertenece a algún grupo radical sionista cristiano” (García – Valdecasas 2007).
La relación entre estos dos grupos proviene de la creencia adventista de que la segunda venida de Jesucristo está próxima y tendrá lugar en un Israel poblado de judíos, para lo cual es central la conformación del Gran Israel, relacionándose directamente con el problema de estudio de la investigación.
La principal característica, y lo cual diferencia al grupo de presión pro israelí de otros, es su “(…) habilidad sin par y su extrema eficacia” (García – Valdecasas 2007) para lograr los objetivos que se plantea. La fuente de su poder se puede enumerar en dos estrategias. Primero, "(…) este ejerce una influencia significativa en Washington, presionando tanto al Congreso como al Ejecutivo, para apoyar Israel bajo la línea" (Mearsheimer et al. 2006: 16). Y segundo, “(…) el lobby se esfuerza para asegurar que el discurso público sobre Israel lo retrata de manera positiva, repitiendo mitos sobre Israel y su fundación y dando publicidad de Israel en los debates políticos del día” (Mearsheimer et al. 2006: 16).
La influencia en el Ejecutivo, más allá de la base electoral que se mencionó antes, se ejerce a través del dinero que desde el grupo de presión pro israelí se otorga a los partidos políticos. Tanto es así que:
“(…) el Washington Post una vez estimó que el presupuesto de los candidatos a Presidente del partido demócrata dependen en un 60% del aporte judío, aparte la mayor concentración de votantes judíos se encuentran concentrados en Estados claves como California, Florida, Illinois, New York y Pennsylvania” (Edsall et al. 2006: 18).
También manipulan los medios de comunicación, los think tanks y las academias (o campos universitarios). Sin embargo más allá de que el grupo de presión pro israelí se esfuerza por desarrollar una percepción pública de Israel y Medio Oriente “(…) no desea que se abra un debate que envuelva a Israel, porque ese debate abierto puede causar que los Americanos se cuestionen sobre el nivel de apoyo que se les provee” (Mearsheimer et al. 2006: 20). Sin embargo el arma más poderosa con la cual cuentan es la carga de antisemitismo, como afirman Mearsheimer y Walt: “Cualquiera que critique las acciones de Israel o la influencia significativa del grupo de presión pro israelí en la política de EEUU en Medio Oriente tiene una gran chance de ser etiquetado como antisemita” (Mearsheimer et al. 2006: 24).
Teoría Liberal de Política Internacional de Andrew Moravcsik y Relación del grupo de presión pro israelí con la Administración de George W. Bush (Hijo)
Adentrándose aún más en la temática a analizar en el artículo:
“(…) durante el otoño del 2001 y sobretodo durante la primavera del 2002, la Administración Bush trató de reducir el sentimiento antiamericano en el mundo árabe y minar el soporte a los grupos terroristas como Al Qaeda buscando detener la política expansionista de Israel en los territorios ocupados y abogando por la creación del Estado Palestino” (Mearsheimer et al. 2006: 26).
Pero el grupo de presión pro israelí se movilizó, y los EEUU debieron desestimar esta estrategia. Puede inferirse que el grupo de presión pro israelí influyó en la decisión de George W. Bush en lo que se refiere a la creación del Estado Palestino, pero esto será analizado de manera más acabada a través de la ya mencionada Teoría Liberal de Política Internacional de Andrew Moravcsik.
La misma afirma que la relación Estado-sociedad es un factor fundamental que configura la acción externa de los Estados. En particular, valores, intereses e instituciones influyen en la conducta estatal configurando sus preferencias. La teoría liberal de Moravcsik sostiene que las preferencias son analíticamente previas a las capacidades y la información, mientras que el realismo estructural analiza la configuración de capacidades y el institucionalismo analiza la configuración de la información (Moravcsik 1997: 515). Entonces las preferencias de los miembros del grupo de presión pro israelí, conformadas por sus valores e intereses, se pueden manifestar en la conducta de EEUU en el sistema internacional. Por consiguiente, se parte de la premisa de que la relación Estado- sociedad existente entre EEUU y el grupo de presión pro israelí configura la acción externa del primero en lo que se refiere a Medio Oriente.
La teoría liberal que desarrolla el autor es construida a partir de tres supuestos, demostrando la existencia de cierta coherencia teórica, metodológica y empírica. El primero sostiene que los actores centrales en la política internacional son los individuos y los grupos privados, por lo cual los resultados son siempre agregados de intereses en conflicto y cooperación estructurados a partir de demandas societales concretas. Estos individuos y grupos son vistos como actores racionales que buscan maximizar su bienestar. En el caso analizado hacemos referencia a un grupo privado como es el grupo de presión pro israelí, el cual a través de distintos mecanismos (ya sea medios de comunicación, think tanks o academias) expresa sus demandas buscando maximizar sus beneficios.
En el caso analizado, sus demandas son que se concrete el Estado de Gran Israel en detrimento de los palestinos. Así es que mantienen sus pretensiones sobre la Franja de Gaza y Cisjordania, manteniendo su estrategia basada en conversaciones de arraste (plantean el inicio de un proceso de paz a largo plazo con una serie de objetivos los cuales no se plasman, para de esa manera iniciar nuevamente otro proceso y de esta manera sucesivamente).
Por lo tanto se puede afirmar que el grupo de presión sigue la línea del Likud, un partido de extrema derecha en Israel. Lo cual denota que la negociación en torno a la creación de un Estado Palestino será compleja. Al momento de la partición de Palestina los judíos fueron beneficiados: “Los judíos, que poseían apenas el 6 por ciento de las tierras y ni siquiera eran un 30 por ciento de la población, recibían más del 50 por ciento del territorio” (Brieger 2010: 39). Sin embargo algunas agrupaciones manifestaban su descontento, cuando la situación no les era favorable como para hacerlo. Solicitaban los territorios actuales de Jordania y que llegan hasta el Tigris y el Éufrates en Irak. En nuestros días esta idea de Erezt Israel es mantenida por algunos grupos poderosos de Israel, los cuales transmiten estos intereses al grupo de presión pro israelí en EEUU. Más aún luego de la Guerra de los Seis Días en 1967, donde estas agrupaciones del ala derecha hicieron de la Franja de Gaza y Cisjordania dos objetivos de interés nacional.
Un antecedente de ello fue la Hoja de Ruta establecida en el año 2003, la cual se trató de retomar en el año 2007 con la Conferencia de Annapolis, y que una vez finalizado el mandato del Presidente Bush no había logrado avances sustanciales. Manifestaba por aquellos tiempos George W. Bush. "El 'status quo' no es aceptable. Para que exista una paz duradera, el presidente Abbas y el primer ministro Olmert deben ponerse de acuerdo y tomar decisiones difíciles. (...) Creo que ello llegará y que se firmará un tratado de paz antes de que abandone mis funciones". (Slutzy, 2008) Si bien en algunos momentos buscaba erigirse como mediador en el conflicto la influencia del grupo de presión pro israelí se manifestaba en otra declaración del mandatario:
“El gobierno de Bush varias veces hizo discursos en favor de un estado palestino, en especial tras los atentados contra EE.UU. en 2001. Entonces, el canciller Collin Powell fue quien se expresó en ese sentido, en lo que algunos analistas interpretaron como gestos hacia el mundo árabe en la antesala de la invasión a Irak. En estos más de 6 años la Casa Blanca propició tratativas de paz y un estado para los palestinos, pero su mensaje fue contradictorio. Bush a la vez, sobre todo en su campaña por la reelección de 2004, alentó a Israel a que siguieran las colonizaciones de familias judías en tierras palestinas. Esa fue la primera vez que lo hacía un presidente de EE.UU. Esas declaraciones parecían ir en contra de un proceso de paz y de la creación de un Estado palestino.” (Slutzy, 2008)
El segundo supuesto afirma que los Estados (u otras instituciones políticas) representan un subconjunto de la sociedad nacional en este caso el grupo de presión pro israelí, sobre la base de los funcionarios del Estado cuyos intereses definen las preferencias y se actúa intencionalmente en la política mundial. Entre los funcionarios afines a la Administración Bush que mantienen relación con el grupo de presión pro israelí, se pueden enumerar a Elliot Abrams (Asesor Adjunto de Seguridad Nacional de la Estrategia Global de la Democracia), John Bolton (Representante Permanente de EEUU ante la ONU), Douglas Feith (Subsecretario de Defensa), Irve Lewis “Scooter” Libby (Asistente del Vicepresidente para Asuntos de Seguridad Nacional), Richard Perle (Asesor de Defensa), Paul Wolfowitz (Subsecretario del Ministerio de Defensa de EEUU y Presidente del Banco Mundial) y David Wurmser (Consejero de Oriente Medio de Vicepresidente de EEUU) (Mearsheimer et al. 2006: 20).
Se infiere por la posición y relación de estos individuos con el gobierno y el grupo de presión, que el grado de participación e influencia en lo que se refiere a la política exterior, era significativa durante el período analizado. Moravcsik argumenta este punto manifestando que “(…) en la concepción liberal de la política nacional, el Estado no es un actor al estilo realista (unitario y racional) sino que es una institución constantemente sujeta a la captura y recaptura, construcción y reconstrucción por coaliciones de actores sociales” (Moravcsik 1997: 518).
Lo dicho anteriormente queda reflejado en el discurso contradictorio de George W. Bush, el cual ante demandas de política interna realizadas por el grupo de presión manifiesta cambios en su política exterior. En este caso en particular, en Medio Oriente.
Por último, el tercer supuesto afirma que las preferencias estatales son interdependientes con las preferencias de otros Estados. Esto significa que si bien la configuración de las preferencias es esencialmente un proceso doméstico, la interdependencia entre ellas influye de manera significativa en la acción estatal.
En otras palabras, si bien las demandas son realizadas por el grupo de presión pro israelí en marco de la política interna de EEUU, estas reflejan las demandas de un Estado, en este caso Israel. Allí es donde Mearsheimer y Walt exponen su argumento de que las políticas promovidas por los componentes más poderosos del grupo de presión (que recordemos están emparentados con el ala derecha del espectro político de Israel, como es el Likud) son perjudiciales, no sólo para los EEUU sino que también para Israel. (Walt 2009)
Esto origina dos preguntas: por un lado, por qué Israel que durante la gestión de Bush estuvo gobernado por Kadima tenía pretensiones similares al Likud. Y por el otro, por qué son las pretensiones del grupo las cuales determinan el perjuicio de la acción externa de EEUU.
En cuanto a la primera, hay que señalar que Sharon creó el Kadima, siendo una escisión del Likud, en el año 2005. Estaba cansado de responder al ala derecha del partido, la cual cuestionaba constantemente su alineación con los partidos moderados y de izquierda (Saba González 2010: 1). Por lo tanto, si bien diferían en algunos objetivos, en lo que se refiere a la Franja de Gaza y Cisjordania (o hasta la región en general, si se toma como antecedente la guerra con el Líbano) su accionar ha sido similar. El antecedente más claro es la “Operación Plomo Fundido” contra la Franja de Gaza a fines del año 2009, buscando derrotar a Hamás.
En lo que se hace a las pretensiones del grupo de presión, este como actor debería imponer una estrategia pragmática. Algunos cambios se están observando en la actualidad con la agrupación J Street, pero durante la gestión republicana la AIPAC impuso su punto de vista. Se abrogó el derecho de manifestarse en nombre de los judíos de EEUU, cuando en realidad representa a un grupo minoritario. La clave radica en que ése grupo minoritario posee gran poder para movilizar al grupo de presión pro israelí a través de las sanciones negativas como controlando a través de los medios de comunicación, think tanks y las academias.
En el siguiente apartado se propone presentar el surgimiento y definición del sionismo, que en definitiva es la génesis de lo difundido por el grupo de presión pro israelí desde EEUU. De esta manera, se podrá describir cómo ha sido el proceso mediante el cual el movimiento político, una vez creado el Estado Israelí, fomenta su relación con el país norteamericano. Así se establece, según Soledad Segoviano, una “relación singular” (Segoviano 2007: 31) entre ambos Estados, de la mano del grupo de presión. Por añadidura, corresponde mencionar que no se puede comprender la situación actual de la creación del Estado Palestino sin observar el surgimiento del Estado Israelí el 14 de Mayo de 1948.
Definición y origen del sionismo
Siguiendo a Yakob Rabkin, los términos “sionismo” y “sionismo político” fueron acuñados por Nathan Birnbaum (1864-1973), un nacionalista judío secular, quien fue Secretario General de la Organización Sionista. Sin embargo, a comienzos del siglo XX abandona decepcionado estas creencias, regresando al judaísmo ortodoxo (Rabkin 2008: 19).
El sionismo como movimiento, surge en Europa Central a fines del siglo XIX, entre un grupo de judíos que rompen con la lealtad hacia la Torá. Considerando al movimiento “(…) una invención de intelectuales o de asimilados, el << partido de la inteligencia>>, que dio la espalda a los rabinos y aspira a la modernidad y que busca desesperadamente un remedio a su malestar” (Bernavi 2008: 24). Profundizando aún más, Gabriel Albiac dice:
“El sionismo es una ideología política nacida en el medio judío laico —preferentemente socialista— europeo a finales del siglo XIX bajo el impacto de la oleada antisemita cristalizada en el «asunto Dreyfuss», su ciclo se cierra definitivamente con la realización de su programa básico mediante la constitución de un Estado judío en Palestina.” (Albiac 2006)
Entonces, es un grupo de individuos que busca crear un movimiento político con el fin de crear un Estado Judío. El sionismo persigue cuatro objetivos centrales. En primer lugar, transformar la identidad transnacional judía centrada en la Torá en una identidad nacional a semejanza de otras naciones europeas. En segundo lugar, desarrollar una nueva lengua vernácula, es decir una lengua nacional, fundada en el hebreo bíblico y rabínico. En tercer lugar, desplazar a los judíos de sus países de origen hacia Palestina; y en cuarto lugar establecer un control político y económico sobre Palestina (Rabkin 2008: 20).
Theodore Herlz es considerado el padre del movimiento sionista. Este manifiesta en su libro titulado Der Judenstaat: Versuch einer modernen Lösung der Judenfrage («El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía»), el cual fue publicado en Febrero de 1896, la solución al «problema judío» a través de la creación de un Estado judío independiente y soberano para todos los judíos del mundo. A su vez esto debía ser un asunto de política internacional (Herlz 2009). En los ambientes judíos liberales y asimilacionistas de Europa Central y occidental el texto no fue bien recibido como tampoco en las sinagogas, ya que se percibió como contrario a las enseñanzas religiosas. Sin embargo, sus ideas fueron bien recibidas por las masas judías (Herlz 2009).
Fue la “Declaración Balfour”, del 2 de Noviembre de 1917, emitida por el Ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña lo que otorgó mayor legitimidad al reclamo sionista. La misma establece:
“Estimado Lord Rothschild:
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Sinceramente suyo,
Arthur James Balfour”(Jewish Virtually Library 1917).
Durante la década del ´20 las relaciones entre los dirigentes sionistas y británicos en Palestina se deterioraron, ya que se prohibieron nuevas emigraciones judías. A su vez los judíos palestinos se vieron obligados a organizarse para defenderse ante dos pogroms que fueron promovidos por los árabes y permitidos por los británico (Albiac 2006).
No obstante luego de la Segunda Guerra Mundial, y lo que significó la Shoa u Holocausto Judío, los sionistas desarrollarán “(...) las tesis del llamamiento del año 1946 de la Conferencia Sionista Mundial para la resistencia contra el «Libro Blanco» británico de 1939. La guerra en Palestina ha comenzado” (Albiac 2006). Será en base a dos argumentos, la deuda histórica hacia una población exterminada y el riesgo permanente de una guerra civil en Palestina, por lo que la ONU buscará una solución a la “cuestión judía”.
En consecuencia, el sionismo verá su objetivo cumplido cuando: “Un primer plan de partición será esbozado en 1946, luego modificado en 1947. La formación de dos Estados, uno árabe y otro judío, sobre la antigua Palestina otomana es aprobada por la Asamblea General de la ONU el 14 de mayo de 1948” (Albiac 2006).
El sionismo tenía dos problemas desde un inicio, según Pedro Brieger:
“El primero fue que no intentó crear un Estado judío en regiones de Rusia y Polonia, donde sí había una mayoría judía y donde hubiera podido reclamar un territorio apelando al derecho a la autodeterminación de los pueblos. El segundo, que se propuso crear un Estado en un lugar en el que prácticamente no había judíos, y que no estaba deshabitado como muchos pensaban” (Brieger 2010: 21).
Relación del grupo de presión pro israelí con la Administración de Obama (términos generales)
En lo que se refiere a la relación del grupo de presión pro israelí con respecto a Obama, se debe manifestar que se puede dividir en tres momentos o contextos.
El primero hace referencia al proceso electoral que se observó durante el año 2008, el cual se extiende hasta el momento de su asunción. Allí Barack Obama, como la mayoría de los candidatos tanto Demócratas como Republicanos, se aseguraron el apoyo del grupo de presión respaldando la opción militar contra Irán, el paquete de ayuda a Israel de 2400 millones de dólares, a pesar de que la renta per cápita en Israel asciende a 25000 dólares y a pesar del boom de la industria de alta tecnología. Luego de haber ganado las elecciones, llamó la atención su silencio con respecto a la invasión de Israel sobre la Franja de Gaza, denominada “Operación Plomo Fundido”.
El segundo momento hace referencia al establecimiento de “marcadores retóricos” (Walt 2009), como ha mencionado Stephen Walt. Estos “marcadores retóricos” fueron haber nombrado a George Mitchell como enviado en Medio Oriente, quien posee una reputación de imparcialidad, el hecho de no estar disponible en una conferencia política de la AIPAC a la cual iba a asistir Benjamin Netanyahu (lo cual obligó que retrasara su viaje) y por último el discurso que brindó en Turquía, en marco de una gira la cual incluyó visitas a Arabia Saudita y Egipto, y no a Israel. En Abril del 2009 Obama decía ante el Parlamento Turco: “Los EEUU apoyan fuertemente el objetivo de dos estados, Israel y Palestina, viviendo lado a lado en paz y seguridad” (Marcus, 2009: 66). Sin embargo, Walt manifiesta que si bien son un cambio no representan una presión real sobre Israel.
El tercer momento está enmarcado por el caso Charles Freeman. El ex embajador Freeman había sido designado por la Administración del líder demócrata como Presidente del Consejo Nacional de Inteligencia. La cuestión giraba en torno a que
“(…) hace años que Chas Freeman lidera, en el seno del Departamento de estado y de la CIA, una corriente que promueve un reajuste de la política de Washington en el Medio Oriente a favor de los intereses nacionales de Estados Unidos. Freeman organizó la publicidad del libro de crítica de los profesores John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt, contribuyó a la firma de los contratos petroleros entre China e Irán, organizó la invitación del presidente Ahmadinejad a la universidad de Columbia y, más recientemente, apoyó al enviado especial de la ONU en los territorios palestinos, Richard Falk.” (Mearsheimer 2009).
El grupo de presión pro israelí lo acusó de estar al servicio de los intereses sauditas y chinos, lo cual Freeman no podía desmentir sin revelar su papel en los servicios de inteligencia estadounidense (Mearsheimer 2009) por lo que renunció. Más allá de esto, el accionar del grupo manifestó su influencia sobre el gobierno, cuestión que han tratado de cubrir.
Un mes después de estos “marcadores retóricos”, Obama se reunió con los jefes de diferentes grupos judíos. Nuevamente Walt (Walt (a) 2009) hace tres lecturas plausibles: primero manifiesta que más allá que el mismo grupo de presión pretende restar importancia a su influencia, el solo hecho de que el Presidente de los EEUU tome tiempo de su agenda para reunirse con ellos es testimonio del nivel de influencia que ejercen en la política exterior en Medio Oriente. En segundo lugar, se manifiesta que existen dos visiones en marco del mismo grupo de presión israelí, ya que por un lado se tiene un ala dura que apoya la política de asentamientos en Cisjordania y por otro lado ha aparecido un grupo de individuos (pertenecientes a la agrupación J Street) que están a favor de la solución de los dos Estados y lógicamente están en contra de la política de construcción de asentamientos. Por último, ya se está comenzando a debatir en distintos sectores la relación especial existente entre Israel y los EEUU, una discusión hasta hace un tiempo tabú.
En este último punto influyó el caso Freeman y los nuevos medios de comunicación, ya que el mismo ex embajador se pronunció en contra del grupo de presión pro israelí a través de un blog. El grupo de presión puede ejercer su influencia a través de los medios de comunicación, think tanks y academias sin embargo los blogs no pueden ser controlados y a través de estos la discusión está comenzando a masificarse.
A EEUU se le hace cada vez más difícil sostener y fundamentar su apoyo a Israel, luego de que un grupo de comandos israelitas asaltara una flotilla de ayuda humanitaria que había zarpado desde Chipre hacia la Franja de Gaza, el 31 de Mayo de este año. Esta flotilla era una iniciativa de una organización no gubernamental turca, en la cual viajaban cineastas, sobrevivientes del Holocausto y ocho ciudadanos estadounidenses entre otros. El ataque se produjo a 70 km. de la Franja de Gaza, en aguas internacionales y murieron nueve personas. El silencio del gobierno norteamericano muestra nuevamente la influencia del grupo de presión, ante un Israel que a endurecido su política exterior hacia los países árabes. Esto ya ha sido manifestado en un paper anterior, donde la conclusión a la que se arribaba era la necesidad de medidas statoquistas o conservadoras con el fin de alcanzar mayor seguridad en vez de poder (Saba González 2010:11), lo cual se encuentra en sintonía con lo expresado por John Mearsheimer y Stephen Walt. La realidad muestra que los temores se han materializado, y el camino elegido por Israel y la postura que se está imponiendo en marco del grupo de presión pro israelí es el de confrontación.
Lo último se manifiesta en que a, comienzos de este mes el Presidente Obama está organizando una serie de conversaciones directas entre el Primer Ministro Benjamin Netanyahu y el Presidente Mahud Abbas para poner en marcha una vez más las negociaciones entre israelíes y palestinos. El objetivo de estas conversaciones será la creación de un “acuerdo marco” entre las dos partes el cual se aplicará por un lapso de diez años. Citando a Walt nuevamente: “Disculpe ¿pero no hemos visto esta película antes, y no es el último rollo un fastidio?” (Walt (b) 2010)
La propuesta es similar a lo que se estipuló en los Acuerdos de Oslo, luego en la Hoja de Ruta y posteriormente en la Conferencia de Annapolis. Pareciera que la estrategia del grupo de presión pro israelí e Israel y reproducida por los mandatarios de EEUU es formular conversaciones de arrastre, aplazando las temáticas controversiales al futuro como son los asentamientos, refugiados, el status de Jerusalén y la creación de un Estado Palestino.
Por lo tanto la Administración Obama la cual se inició con una estrategia de acercamiento al mundo musulmán y árabe buscando erigirse como mediador en el conflicto palestino- israelí y la solución de dos Estados, ha sucumbido a la influencia de la política interna a través del grupo de presión pro israelí. Sin embargo,
” (…) es importante hacer una distinción entre el ala derecha que se arroga el derecho de hablar por todos los judíos de América y la actual población judía estadounidense, que no está detrás de ellas. Una cosa que se ha dicho los últimos meses es que desde el incidente flotilla de Gaza el discurso en Washington está cambiando, y que las grietas comienzan a aparecer en lo que en el pasado era un tabú contra las críticas de Israel y el papel de Israel en la política de EEUU.” (Malsin 2010)
Los israelíes reciben 3000 millones de dólares por parte de EEUU, en lo que se refiere a ayuda económica. Esta ayuda se desagrega en 1200 millones de dólares destinados a la economía propiamente dicha, y 1800 millones al sector militar. De esta manera influye en la construcción social de las identidades, ideales y valores del grupo y del mismo Estado Israelí, porque influye directamente sobre el contexto en la zona generando externalidades. De cualquier modo, lo que se debe tener en cuenta es cómo el grupo influyó en las decisiones de la Administración Bush en lo que se refiere a la creación del Estado Palestino a través de las ayudas económicas provistas al Estado Israelí.
De esta forma se ha recorrido un trayecto a través de los antecedentes del Estado de Israel, el grupo de presión pro israelí y el movimiento sionista, y el Estado Palestino.
Bibliografía
Libros:
· BOBBIO, Norberto, MATTEUCCI, Nicola, PASQUINO, Gianfranco. “Diccionario de Política”. Editorial Siglo Veintiuno Editores, 1982.
· BRIEGER, Pedro. “El Conflicto Palestino- Israelí”. Editorial Capital Intelectual, 2010.
· CAMINAL BADÍA, Miguel. “Manual de Ciencia Política”. Editorial Tecnos, 2005.
· MAGRA. Federico. “La influencia de los grupos de presión en la toma de decisiones del gobierno de George Bush (h): el caso de la inmigración mexicana post 11-S”. Universidad Empresarial Siglo XXI, 2009.
· MEYNAUD, Jan. “Los Grupos de Presión”. Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1972.
· PÉREZ LLANA, Carlos. “El regreso de la Historia: La política internacional después de la Guerra Fría”. Editorial Sudamericana, 1998.
· RABKIN, Yakov. “Contra el Estado de Israel: Historia de la oposición judía al sionismo”. Editorial Planeta, 2008.
Revistas:
· IZQUIERDO BRICHS, Ferrán. “Estados Unidos e Israel, de la alianza a la simbiosis”. Revista CIDOB dÁfers Internacionals, 64, (2004).
· KLARE, Michael. “La Nueva Geopolítica”. Revista Globalización, Revista de Economía, Sociedad y Cultura, (2008).
· MEARSHEIMER, John, WALT, Stephen. “The Israel Lobby and U.S. Foreing Policy”. London Review of Books, 28, (2006).
· SEGOVIANO, Soledad. “Israel y EEUU: ¿conflicto de lealtades?". Papeles, 96, (2007).
· SHILONY, Zvi. “Ideology and Settlement: The Jewish National Fund, 1897–1914”. Jewish History, 14, (2006).
Artículos en Internet de Institutos y Diarios:
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· FREYTAS, Manuel (2004). “Los estrategas de las guerras de Bush”. IAR Noticias. Disponible en:
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· GARCÍA- VALDECASAS, Ignacio (2007). “El lobby israelí en Washington y su influencia en el Estado de Israel”. Real Instituto Elcano. Disponible en:
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Informes Públicos:
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