Antes de comenzar con la columna de hoy, me gustaría hacer una aclaración, sobretodo por la temática que vamos a abordar. Creo que el análisis de la realidad, ya sea política, económica, social o cultural es un proceso hermenéutico o interpretativo, por lo tanto personal. Por eso existen dispares análisis ante un mismo fenómeno. Por ejemplo, si dos personas ven un accidente en una esquina entre dos automóviles, pueden señalar que la culpa es de uno u otro conductor, ya que han percibido a través de sus sentidos –interpretado- los diferentes estímulos de la realidad, los han analizado y manifestado su verdad. Trato de no mencionar la palabra opinión –doxa-, porque se lo suele relacionar con un procedimiento que no ha sido sometido a una rigurosa reflexión crítica. Entonces lo que hoy van a leer no es más que mi interpretación de los hechos, mi verdad, fruto de una reflexión que aspira a ser lo más objetiva posible. ¿Qué es lo que respalda al analista? Los escenarios a futuro que plantea, por lo que hay que ser cauto al momento de hacerlo.
Una vez dejado en claro éstas cuestiones hermenéuticas y epistemológicas, nos adentraremos en la temática de hoy. Como había adelantado la semana pasada, la quiebra de American Airlines –un problema que se enmarca en la crisis económica a nivel mundial, en virtud de que American Airlines y su casa matriz (el holding AMR) anunciaron que a partir de la semana pasada se ampararán en la ley de quiebras, aunque mantendrán sus operaciones normalmente, gracias a una disponibilidad de efectivo de 4 mil 100 millones de dólares- nos permitía considerar la situación actual de Aerolíneas Argentinas. Les comento que estoy en proceso de entrevista a una persona que vivió de adentro los cambios en marco de la compañía bandera de nuestro país, y esto nos permitirá acceder a información y a conclusiones sólidas.
Por eso hoy he decidido hablar de un tema que es complementario a este, y que surgió de una situación personal que viví. La semana pasada me dirigí a un local de MacDonalds a cenar. Al acercarme a la caja decidí pedir una Big Mac, advertido previamente de que su valor es de $21.90 y que no la iba a encontrar en la cartelera en la cual se ofrecen las demás tipos de hamburguesas, muy por encima del valor de la Big Mac -sí estaba a un costado, en pequeño-, ya que rozaban los $30 hacia arriba. Allí fue cuando se me prendió la lamparita y me puse a pensar. De hecho, después fui al cine y lo seguía analizando: hay un índice que es mundialmente conocido como el Índice Big Mac.
¿Qué es este índice? La revista británica The Economist empezó en 1986 a informar el precio del Big Mac en 120 países para construir un índice de Paridad del Poder Adquisitivo que fuera independiente de los procedimientos estadísticos usuales. Tomó a la Big Mac porque es un producto homogéneo alrededor del mundo y la comparación surge de dos canastas de productos homogéneas. La teoría de Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) sugiere que en el largo plazo los tipos de cambio deberían ajustarse en dos países de forma tal que se iguale el valor de una canasta idéntica de bienes. Por ejemplo, si en EEUU el valor de la canasta fuera US$1000 y en la Argentina el valor de la canasta idéntica fuera $4260, el tipo de cambio tendría que ser como es el actual, $4.26.
Pero vamos a la realidad. Si alguien compra un Big Mac en Argentina tiene que pagar $21.90. Si lo comprara en Estados Unidos tendría que pagar US$4.07 ¿Cual debería ser el valor del dólar en Argentina que iguale el precio del Big Mac con Estados Unidos? Dividiendo $21.90 por US$4.07 el resultado es $5.38, que contrasta con los $4.26 del mercado cambiario de Buenos Aires. La aritmética precedente dice que si en Argentina el tipo de cambio fuese de $5.38 por cada dólar, el Big Mac valdría igual en Argentina que en Estados Unidos. Esa comparación deja en evidencia que aquí, los precios argentinos están muy cerca de los norteamericanos, aunque el ingreso promedio de sus ciudadanos muestre una brecha considerable. También que el dólar está debajo de por donde debería estar –un 12, 62%- y el índice Big Mac lo demuestra.
Lógicamente cuando llegué a mi casa entré a Internet a averiguar si esto ya había sido percibido. Obviamente sí, de hecho había una nota de The New York Times, que publicó un análisis llamado “Ataque al Big Mac de Argentina”. Allí se indica que sería el gobierno, a través de su reconfirmado Secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, sería quien estaría presionando para que el precio baje, con la clara intencionalidad de que el tipo de cambio se acerque al correcto. La empresa que ha dicho: le atribuye estas diferencias a una política de marketing destinada a realzar la performance de distintos productos, pero no se realiza en otros lugares, sólo aquí.
Por otra parte, la consultora Equis sostuvo que el valor de la canasta básica de alimentos es un 50% más cara que la que informó el INDEC. Para comprar los alimentos básicos que para el INDEC cubren los requerimientos mínimos de una persona adulta, se necesitan $ 291,30 por mes, un 48% más de los $ 197,27 que informó el organismo estadístico. Otro dato que genera dudas: de los 2 millones de indigentes que hay el INDEC sólo computa 960 mil.
¿Por qué estoy hablando de esto ahora? Hay una teoría desarrollada por el prestigioso politólogo Jean Luc Parodi que indica que la comunicación política es un fluir continuo, existiendo actos duros que va formando la imagen. Ante cada evocación de un actor político, esos actos duros son lo primero que se nos viene, en virtud de esa construcción. Justamente estos actos duros del gobierno en general –como los cuales he descripto- son los que perjudican a una gestión en Aerolíneas Argentinas que no ha sido tan negativa como la describen.
Para la semana que viene sería bueno tratar de desconstruir esta imagen general, para analizar el hecho puntual de Aerolíneas.
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