Estimados, los invito a leer la nota que me publicaron
el Domingo 18 de Noviembre en el suplemento del diario Puntal "Economía,
Gobierno y Sociedad". Lo pueden hacer accediendo al link o leyendo la nota
de abajo:
El pasado 6 de Noviembre se llevaron a cabo las
elecciones presidenciales en los EEUU las cuales determinaron que Barack Obama,
del Partido Demócrata, va a gobernar el país por cuatro años más. Resultó
elegido por un 50,6 % de los ciudadanos, los cuales se tradujeron en 332 votos
en el Colegio Electoral frente al 47,8 % y 206 votos electorales que obtuvo el
candidato del Partido Republicano, Mitt Romney. Atrás quedaron las primarias
republicanas, las campañas para recaudar dinero, los debates televisados entre
los dos principales aspirantes, los sondeos de opinión –que como viene
sucediendo en las distintas elecciones interpretaron un rol particular-, las
posibilidades de un empate que no fue y que podría haber decantado en un
gobierno de cohabitación como hace dos siglos no sucede en el país
norteamericano -con un Presidente Republicano elegido por la Cámara de
Representantes y un Vicepresidente Demócrata elegido por la Cámara de Senadores-,
los otros seis candidatos al cargo, las cámaras ocultas a Romney, el análisis
en torno al voto de los latinos, jóvenes y mujeres, y los “swing states”. La
realidad de las estadísticas señala que en estos cuatro años, el re-elegido
Presidente, ha perdido el apoyo de aproximadamente seis millones y medio de
votantes mientras que los republicanos han perdido 800 mil votos. ¿Cómo puede
ser esto? Es que de 132 millones de personas que se acercaron a votar en el
2008, en las últimas elecciones lo hicieron alrededor de 120 millones… La
crisis económica que atraviesa los EEUU, con estancamiento y desempleo, y las diatribas
a cómo se ha afrontado no bastaron para que el ex gobernador de Massachusetts
triunfara en unas elecciones que a priori
parecían iban a ser más reñidas.
Lo que se espera es que el demócrata profundice las
políticas que ha impulsado. Desde lo económico, con mayores niveles de gasto y
estímulos a la generación de empleo y presionando al Fed para que la tasa de
interés se mantenga en torno al 0 %. En materia de política exterior, se
aguarda una posición intervencionista en algunos sectores del mapa mundial como
el Norte de África o Medio Oriente, dejando de lado otros –como es el caso de
Latinoamérica-, con una marcada continuidad de lo realizado por su antecesor,
George W. Bush, en vez de la ruptura que se espera desde el 2009. Y en lo social,
tratando de promover medidas ante una Cámara de Representantes desfavorable y
una de Senadores donde si posee mayoría, pero en marco de una serie de recortes
presupuestarios que se espera empiece a realizar. Hay que aguardar por la
conformación del Gabinete de gobernación y qué papel asume Hillary Clinton
-actual Secretaria de Estado-, quien ya se perfila como candidata para las
próximas elecciones por el Partido Demócrata.
Sin embargo, más allá de esta breve reseña de las
elecciones, este análisis tiene como objetivo centrarse en las consecuencias
que puede tener en nuestro país la re-elección de Barack Obama. Tomaremos como
punto de partida los últimos cuatro años de relación bilateral, donde podremos
observar el movimiento pendular que la ha enmarcado para establecer el
escenario a futuro.
Una tendencia profunda que se mantiene
En 1975, Juan Carlos Puig –Ministro de Relaciones
Exteriores durante el gobierno de Cámpora-, señalaba en "Las tendencias profundas
de la política exterior argentina” una serie de características que se
reiteraban a lo largo de la historia de nuestro país. Una de ellas era la
oposición a los EEUU, entendiéndola de manera resumida, como la autonomía con
respecto a la potencia del Norte. Esta tendencia se ha mantenido a lo largo de
los años, a punto tal, que el período actual no es ajena a ella. Como antes se
menciona, en los últimos cuatro años la relación bilateral ha sido pendular y
se prevé que se mantenga con este perfil, con períodos de acercamiento y otros
de alejamiento. En el 2009, al asumir Obama con su premisa de diferenciarse de
George W. Bush, se había generado una expectativa de proximidad que luego no
fue cumplida. Ejemplos de esto fue que amparó el golpe militar en Honduras, no
cerró la cárcel de Guantánamo, mantuvo la IV Flota del Comando del Sur en el
Caribe y aumentó la presencia militar en la región como señala el profesor de
la UBA y el ISEN, Leandro Morgenfeld para Le Monde Diplomatique en su edición
de este mes. Más específicamente, con nuestro país, se produjeron ciertas
diferencias a partir de los cables de Wikileaks, la no visita del mandatario a
nuestro país en su gira sudamericana, la requisa del avión en Ezeiza y el voto
en contra del otorgamiento de créditos a la Argentina en el BID y el Banco
Mundial por parte de EEUU (Morgenfeld, 2012).
Aunque a partir del 2011, se esbozó un acercamiento
entre ambos presidentes, quienes se reunieron en la Cumbre del G-20 en Cannes.
A partir de allí la Argentina celebró la posición “neutral” de EEUU en la
controversia en torno a Malvinas, mantuvo una política de aislamiento con
respecto al régimen iraní, se aprobó la Ley Antiterrorista y debatió en
Diputados la realización de operaciones militares conjuntas. Estas acciones
fueron premiadas con la apertura de una cátedra argentina en la Universidad de
Georgetown.
No obstante las tensiones volvieron a aparecer a
comienzos de este año. La Administración Obama colaboró a la exclusión de
Argentina en el Sistema General de Preferencias, siendo una herramienta de
presión para el pago de indemnizaciones por 300 millones de dólares a las
empresas Azurix -proveedora de agua en la Pcia. De Buenos Aires- y BlueRidge
-transportadora de gas-, reclamó por el cobro de “fondos buitres” –los cuales
tuvieron su corolario en la detención de la Fragata Libertad en Ghana-, y
demandó al país en la OMC por prácticas proteccionistas (Morgenfeld, 2012). La
Argentina también demandó a EEUU por la protección no arancelaria que realiza a
través de medidas fitosanitarias y subsidios que otorga. Esto ha llevado a que
el déficit comercial de nuestro país con la primera economía mundial sea
superior a los 6.000 millones de dólares, en parte por la importación de
combustibles y las restricciones a los productos argentinos.
Fuente: Indec
Entonces, en marco del contexto de crisis económica,
se vaticina que la relación entre ambos no va a variar con respecto a lo
demostrado en estos años. La Argentina puede adoptar una política reactiva o
activa ante este contexto. Reactiva, a partir de lo que determine los EEUU, lo
cual de alguna forma viene realizando hasta el momento. Activa, aprovechando la
injerencia de la segunda economía a nivel mundial, como es China, en la región
y los procesos de integración alternativos como son el MERCOSUR, la UNASUR y la
CELAC en detrimento de la OEA, donde siempre predominaron los EEUU. El gobierno
nacional sabe que de los miembros del eje bolivariano –el cual integran
Venezuela, Ecuador y Bolivia- se presenta como el más flexible, rasgo que puede
aprovechar para facilitar ésa relación pendular a la que hacíamos referencia en
un principio.
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