miércoles, 4 de julio de 2012

El contexto político-económico de Grecia II


                Antes de leer la nota quiero hacer una importante aclaración. Éste artículo lo escribí el día posterior a las elecciones griegas, pero por una cuestión de tiempo lo pude subir hoy. Por eso se notará que me refiero a acontecimientos que ya han sucedido, ya que el gobierno ha logrado formar una coalición.

           El día de hoy voy a hacer un paréntesis a las columnas sobre el tema central doméstico –la situación económica de nuestro país, y más precisamente el primer tema que abordamos, que es la tasa de inflación-, para analizar las primeras impresiones que surgen de las elecciones que se celebraron ayer en Grecia.


            Como lo habíamos anticipado a principio de mes en un artículo que apareció luego en el suplemento del diario Puntal “Economía, Gobierno y Sociedad”, el 17 de Junio se celebrarían nuevamente las elecciones parlamentarias en el país heleno. El por qué eran atrayentes éstas elecciones de un país que tiene una superficie similar a Santa Fe -131900 km2- con una población a la de Tucumán, Salta, Santa Fe, Misiones, Mendoza y Córdoba juntas -11260401 de habitantes- son que los individuos se consolidaron como un actor internacional y se han expresado ante las medidas que se venían adoptando en el país helénico, el papel que podía jugar Alexis Tsipras –líder de la izquierda,  SYRIZA- y por último,  se planteaba que el resultado de las elecciones iba a determinar si Grecia salía o no del euro, cuestión con la cual me demostré en desacuerdo –sino ir a “El contexto político-económico de Grecia”-.


            Analizando los números que dejaron las elecciones, los cuales hay que señalar se acercaron a lo que vaticinaban los sondeos, un 62, 47 % de las personas habilitadas para votar se acercaron a las urnas -61.552.56 de 10 millones que aproximadamente estaban en condiciones de sufragar- y arrojó el siguiente resultado: en primer lugar, resultó ganador nuevamente Antonis Samaras de Nueva Democracia con 1.825.609 votos que se traducen en el 29,66% y 129 escaños –recordemos que al partido que obtiene la mayoría se le otorgan 50 escaños más  respecto a los otros partidos-; en segundo lugar resultó Alexis Tsipras de SYRIZA con 1.655.053 que se traducen en el 26,89% y 71 escaños; y en tercer lugar resultó Evangelos Venizelos de PASOK con 755.832 que se traduce en el  9,3% y 33 escaños.

Antonis Samaras, el nuevo Primer Ministro griego

            Así podemos afirmar que, nuevamente, ningún partido obtuvo la mayoría absoluta para no tener la necesidad de conformar una coalición, lo que reafirma el rol desarrollado por el individuo. De esta forma, Samaras tiene un lapso de tres días para hacerlo, por lo cual se reunió con Tsipras –en virtud de que ha salido segundo- para aproximarle una propuesta. El líder de la Alianza de la Izquierda Radical desechó dicha propuesta y ha declarado que “(…) seguiremos en la oposición y siendo adversarios”. Por lo tanto, en el transcurso del día de hoy el líder de Nueva Democracia se va a reunir con Venizelos, quién resultó tercero, para acercarle una propuesta a él. Si la acepta reunirían 162 escaños, los necesarios para que la coalición se cumpla. Pero existe un impedimento: Venizelos ha exigido que en una probable coalición se encuentre SYRIZA, por lo que Samaras ya se encuentra dialogando con otras fuerzas por las dudas de que no pueda concretar la coalición. ¿Qué pasaría si no se conformara la coalición? En ése caso el presidente griego, Karolos Papoulias, le encargaría a Tsipras que conformara un gobierno de coalición, lo cual sería improbable por la cantidad de escaños con los cuales cuenta y aparecería un escenario similar a las post-elecciones del 6 de Mayo. Es improbable que se llegue a éste punto, ya que los políticos griegos van a propender a la conciliación de un contexto político convulsionado, y Samaras ya ha dicho que está dispuesto a negociar “nuevos plazos” a las condiciones que se le han impuesto a Grecia por los préstamos recibidos.

            Por otra parte, Alexis Tsipras si bien no triunfó, se consolidó como el adversario de la “troika” conservadora a menos de 200 mil votos. Los medios de comunicación y mandatarios europeos, en su mayoría, apoyaron al líder conservador en detrimento de la izquierda griega. Ejemplo de esto son las declaraciones de Mariano Rajoy quien dijo que: “El resultado de las elecciones griegas es una muy buena noticia para Grecia, para la Unión Europea, para el euro y también para España”. De acuerdo al portal Observador Global, “(…) los dirigentes europeos, que no disimulaban su preferencia por el derechista Antonis Samaras, se han tranquilizado con su victoria frente al líder de la izquierda radical, Alexis Tsipras”. Lo que lograron fue colocar como tema central la cuestión de que si Tsipras triunfaba Grecia saldría del euro, cosa que remarco, no iba a suceder. ¿Por qué digo esto? Porque el mismo Tsipras lo dijo y remarcó, y a su vez, porque el costo económico de la salida de Grecia del euro sería aún mayor que sostenerlo.


            Desde mi punto de vista ha triunfado la prudencia y el pragmatismo que deben empezar a imperar en estos momentos críticos en la región, donde se debe dar lugar a la cooperación y no al conflicto, ya que la interdependencia compleja entre los Estados europeos se ha hecho aún más evidente. Y esto iba a suceder triunfara quien triunfara. La cuestión va a ser resolver el combo que se ha implementado hasta ahora, y que señala el economista Lucas Llach:

            “El triunfo garantiza la continuidad de un combo de políticas europeas: financiamiento a los bancos y a los estados nacionales para que no haya defaults ni quiebras bancarias, a cambio de políticas fiscales duras. Por lo tanto en lo inmediato no caerán bancos ni habrá defaults. El problema es que nada de esto soluciona la cuestión del crecimiento. Economías como la griega o la española están en recesión por desequilibrios estructurales (combinación de falta de competitividad, endeudamientos públicos o privados insostenibles) y por la multiplicación de ellos a través de los riesgos, que elevan los intereses y por esa vía contraen el gasto. La recesión acentúa el problema bancario (por menor capacidad de repago) y acentúa la crisis fiscal (por caídas en la recaudación). Sin crecimiento, Europa tendrá que poner cada vez más plata para evitar el default y la devaluación”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario