viernes, 24 de febrero de 2012

La controversia en torno a los "intelectuales"

          
           La semana pasada analizamos la controversia en torno a las Islas Malvinas, en la cual concluía que: “(…) por el momento las negociaciones se vienen realizando en términos diplomáticos, primando –como dijera el ex embajador Carlos Pérez Llana- la razón por sobre la pasión. Y en estos carriles debe permanecer la discusión, ya que la Argentina tiene argumentos jurídicos e históricos sólidos, en marco de un debate complejo, mediante la cual ha desarrollado una política activa.  Pero bien sabemos que la discusión no transcurre solamente en esos dos planos, sino que el plano político juega un rol fundamental, por lo que considero desacertado tomar medidas restrictivas -como suspender vuelos a las islas- que pueden argumentar un endurecimiento de las acciones británicas. Y la realidad nos marca que un país como el nuestro, que forma parte del G-20 -por lo tanto está considerado como un país emergente-, y por su posición geopolítica, no tiene otra opción que el reclamo diplomático. Recordemos que estamos hablando de un Reino Unido miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, miembro de la OTAN, como así también de la Unión Europea y el G-8. Siendo el principal socio político en el mundo de los EEUU”.

Los kelpers: una cuestión fundamental de la controversia


            Pero también advertíamos que existían ciertos componentes de la controversia que iban a ser difíciles de resolver, como era el caso de los kelpers. Justamente esta semana,  dos medios declarados opositores al gobierno –los diarios La Nación y Clarín-, dieron lugar a una serie de columnas donde este tema se trataba. Los autores adoptaron una posición que podríamos denominar, por lo menos, polémica. Se observa como el concepto de Robert Putnam de “política interméstica” se cuela en el conflicto, ya que se entiende por interméstico a un problema externo o una decisión en política exterior –continuar con el reclamo de las Islas Malvinas- que tiene el potencial de alterar el equilibrio político o económico interno y de afectar intereses particulares al interior de la sociedad de un país. Por ejemplo, el investigador Marcos Novaro declaró en el diario La Nación que “(…) la cuestión Malvinas contamina no sólo la política exterior sino toda la política argentina”, una prueba más de que estamos frente a una materia de política interméstica.

Demandas de los 17 intelectuales 

            La opinión de estos intelectuales fue presentada a través de un documento titulado “Malvinas, una visión alternativa”. Entre los firmantes se encuentran intelectuales como Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli, Santiago Kovadloff, Rafael Filippelli, Emilio de Ipola, Vicente Palermo, Marcos Novaro y Eduardo Antón; de los periodistas Jorge Lanata, Gustavo Noriega y Pepe Eliaschev; de los historiadores Luis Alberto Romero e Hilda Sábato; de los constitucionalistas Daniel Sabsay, Roberto Gargarella y José Miguel Onaindia, y del ex diputado nacional Fernando Iglesias.

                                                            Jorge Lanata      Beatriz Sarlo       Fernando Iglesias

            En el texto piden, entre otras cosas, que:”(…) se tengan en cuenta los derechos e intereses de los habitantes de las islas. (…) La opinión pública argentina está madura para una estrategia que concilie los intereses nacionales legítimos con el principio de autodeterminación sobre el que ha sido fundado este país. (…) Como miembros de una sociedad plural y diversa que tiene en la inmigración su fuente principal de integración poblacional, no consideramos tener derechos preferenciales que nos permitan avasallar los de quienes viven y trabajan en Malvinas desde hace varias generaciones, mucho antes de que llegaran al país algunos de nuestros ancestros. (…) se deben respetar el modo de vida, los deseos e intereses de los isleños, lo cual implica abdicar de la intención de imponerles una soberanía, una ciudadanía y un gobierno que no desean. (…) Necesitamos abandonar la agitación de la causa-Malvinas y elaborar una visión alternativa que supere el conflicto y aporte a su resolución pacífica”. (La Nación, 2012)[1].

Fragmentación que no es tal

            En este caso en particular, estoy en desacuerdo con los argumentos esgrimidos por los intelectuales, los cuales se han ganado la crítica tanto del oficialismo como de la oposición. Mi posición –como he dejado demostrado en distintas columnas- no es de oposición al gobierno nacional, pero si es crítica. Por ejemplo, cuando analizamos el tema de Aerolíneas Argentinas. Sin embargo, para la cuestión de las Islas Malvinas, he dejado en claro que la gestión ha sido sumamente positiva.

            La Argentina tendrá en cuenta los derechos e intereses de los habitantes de las Islas Malvinas, en caso de que se tomara alguna resolución en el largo plazo a favor de nuestro país, pero de ninguna forma aceptará el principio de autodeterminación que esgrime Reino Unido y el cual pretenden aceptar los autores del informe. Recordemos que la posición británica, ha sido sostener el derecho de autodeterminación de los habitantes de las islas, invocando la resolución 1514 de las Naciones Unidas, que acordó a los pueblos coloniales el derecho de independizarse de los Estados colonialistas. Pero no es el caso de las Islas Malvinas, debido a que Gran Bretaña procedió a expulsar a los argentinos que residían en las islas, reemplazándolos por súbditos de la corona que pasaron a ser kelpers y luego ciudadanos británicos. A su vez, la Resolución 2065 (XX) para el caso de las Islas Malvinas reconoce que existe una cuestión colonial particular por lo cual el principio de “autodeterminación de los pueblos” resulta inaplicable, justamente por lo que marcaba antes. Desde entonces Naciones Unidas ha emitido 38 resoluciones en la misma dirección.


            Concuerdo en que se debe tener como única alternativa la solución pacífica del conflicto, pero en ésa dirección está trabajando el gobierno nacional. Saludo que se abra el debate y se planteen distintos enfoques pero críticas sinsentido como ésta, no aportan nada al objetivo de nuestro país, y pueden mostrar fracturas que no son tales. Nuestro país debe propender a un desarrollo económico sostenible, el cual le permita establecer una serie de alianzas estratégicas a nivel internacional, y allí iniciar una política de seducción hacia los kelpers. No será una tarea sencilla en el contexto actual, pero bien vale el esfuerzo.

viernes, 17 de febrero de 2012

La controversia en torno a las Islas Malvinas


            En la última columna que tuvimos el año pasado, recorrimos cuáles podían llegar a ser los temas de la agenda internacional de este año. Dentro de esos temas mencionábamos que nuestro país continuaría con el reclamo en torno a la soberanía de las  Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes

            Las noticias de las últimas semanas, no hacen más que confirmar lo que señalábamos. Igualmente, a fines de Junio habíamos tratado la temática, ya que en aquél momento nuestro país había renovado el reclamo de soberanía sobre las islas en la reunión sobre Descolonización que se realizó en la Organización de Naciones Unidas (ONU). Esto fue luego de las declaraciones del Primer Ministro británico, David Cameron, ante el Parlamento londinense, en el cual manifestaba que: “Mientras las islas Falklands quieran ser territorio soberano británico deben seguir siendo territorio soberano británico. Punto. Final de la historia”.

                Cuatro puntos a tener en cuenta

              Lo que  propongo es que desglosemos el tema, ya que como se puede apreciar es complejo. En primer lugar, cabe preguntarse ¿cuáles son los argumentos de uno y otro Estado?

            Desde la Argentina existen seis argumentos claves para reclamar la soberanía. Primero, la continuidad geológica, ya que las islas se encuentran en la misma placa continental que Argentina; segundo, por la contigüidad geográfica, porque Argentina es el Estado soberano más próximo a las islas; tercero, por la herencia colonial o el principio del derecho internacional denominado “Uti possidetis iure” –“como poseías (de acuerdo al derecho), poseerás”, en virtud de que las islas, al momento de producirse el proceso de independencia, se encontraban bajo domino español, en jurisdicción del Virreinato del Río de la Plata; cuarto, por continuidad en la ocupación, ya que salvo en breves lapsos, tanto durante el período colonial como luego de la independencia, las islas estuvieron ocupadas por representantes del gobierno español de las Provincias Unidas, respectivamente; quinto, por ocupación efectiva al momento de la usurpación. Cuando en 1833 se produce la usurpación por parte de los británicos de las Islas Malvinas, se encontraba una delegación del gobierno de Buenos Aires, encabezada por José María Vernet, siendo obligados a abandonar las islas por la fuerza. Y por último, por continuidad en los reclamos. Desde el mismo momento de la usurpación y hasta la actualidad, los sucesivos gobiernos han reclamado la restitución de las islas, tanto ante el Reino Unido de Gran Bretaña como ante los organismos internacionales, cuestión que mencionamos en el artículo del año pasado.

            Desde la posición británica, han optado por sostener el derecho de autodeterminación de los habitantes de las islas, invocando la resolución 1514 de las Naciones Unidas, que acordó a los pueblos coloniales el derecho de independizarse de los Estados colonialistas. Pero no es el caso de las Islas Malvinas, debido a que Gran Bretaña procedió a expulsar a los argentinos que residían en las islas, reemplazándolos por súbditos de la corona que pasaron a ser kelpers y luego ciudadanos británicos. A su vez, la Resolución 2065 (XX) para el caso de las Islas Malvinas reconoce que existe una cuestión colonial particular por lo cual el principio de “autodeterminación de los pueblos” resulta inaplicable, justamente por lo que marcaba antes. Desde entonces Naciones Unidas ha emitido 38 resoluciones en la misma dirección.

            En segundo lugar, ¿por qué Gran Bretaña se niega a sentarse a dialogar con nuestro país?

            Esta acción se debe a la exploración y explotación de recursos naturales renovables y no renovables, los cuales contradicen el mandato de introducir innovaciones unilaterales mientras persista el conflicto. De esta forma, aparecen los verdaderos intereses estratégicos y económicos en la zona.


            En tercer lugar, se ha internacionalizado la disputa. Como Matías Pablo Arese en su artículo “Argentina internacionaliza la disputa con Gran Bretaña” (http://www.geic.com.ar/2010/2012/02/12/argentina-internacionaliza-la-disputa-con-gran-bretana-por-malvinas/)  apunta, hoy se puede percibir “(…) el accionar de los bloques regionales como Mercosur, UNASUR y ALBA a favor de Argentina y la CARICOM apoyando a Gran Bretaña, además de la tímida intervención de la OEA (la participación de la Unión Europea fue nula)”. El caso concreto de esta internacionalización fue la resolución firmada por los países miembros del Mercosur, que impide a los barcos con bandera de las Islas Malvinas atracar en los puertos.

            En cuarto lugar, hay que tener en cuenta una serie de denuncias que fueron realizadas por el canciller argentino Héctor Timerman el viernes pasado, ante el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) por la “militarización” del Atlántico Sur por parte de Gran Bretaña. Al arribo del moderno buque de guerra HMS Dauntless a las islas Malvinas y de la posible presencia del submarino nuclear Vanguard en sus aguas circundantes, hay que sumarle “(…) la presencia del príncipe William, heredero directo del trono, para realizar ejercicios militares. Aunque este punto de vista no fue incluido en la protesta ante la ONU, Buenos Aires ya había repudiado su presencia en las islas mediante un comunicado de prensa particularmente duro en el que sostenía: “El pueblo argentino lamenta que el heredero real arribe a suelo patrio con el uniforme del conquistador y no con la sabiduría del estadista que trabaja al servicio de la paz” (Arese, 2012).



           ¿La Argentina un país colonialista?

            También habrá que esperar los resultados que arroja el “Informe Rattenbach”, estudio encargado por la dictadura argentina para explicar las razones de la derrota bélica y que luego fuera censurado por la propia Junta Militar. Por otra parte, son irrisorias las declaraciones del Primer Ministro británico, al señalar que la Argentina es un “país colonialista”. Lo invito a leer a Juan Carlos Puig –ex Ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país durante la presidencia de Illía-, donde marca que una tendencia profunda de nuestro país a lo largo de su historia ha sido la debilidad de la política territorial.

            Por el momento las negociaciones se vienen realizando en términos diplomáticos, primando –como dijera el ex embajador Carlos Pérez Llana- la razón por sobre la pasión. Y en estos carriles debe permanecer la discusión, ya que la Argentina tiene argumentos jurídicos e históricos sólidos, en marco de un debate complejo, mediante la cual ha desarrollado una política activa.  Pero bien sabemos que la discusión no transcurre solamente en esos dos planos, sino que el plano político juega un rol fundamental, por lo que considero desacertado tomar medidas restrictivas -como suspender vuelos a las islas- que pueden argumentar un endurecimiento de las acciones británicas. Y la realidad nos marca que un país como el nuestro, que forma parte del G-20 -por lo tanto está considerado como un país emergente-, y por su posición geopolítica, no tiene otra opción que el reclamo diplomático. Recordemos que estamos hablando de un Reino Unido miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, miembro de la OTAN, como así también de la Unión Europea y el G-8. Siendo el principal socio político en el mundo de los EEUU.